El viceconsejero vasco y portavoz de Gesto por la Paz, Pedro Arias Ergueta (Barakaldo, 1959), defendió ayer en la capital grancanaria el papel que debe jugar el sistema educativo, no sólo como transmisor de contenidos, sino de las habilidades cívicas necesarias para convivir en democracia y en paz
Por MARÍA JESÚS HERNÁNDEZ
La lucha contra la desigualdad y la prevención de la violencia desde el ámbito académico es el título de la conferencia impartida ayer en la capital grancanaria por el catedrático de Ingeniería Química Pedro Luis Arias Ergueta, viceconsejero de Universidades e Investigación del Gobierno Vasco, en el acto de clausura del II Campus de Estudios Sociales, organizado por el Campus Formación Global, la Obra Social de La Caja de Canarias, el Aula Manuel Alemán de la Universidad de Las Palmas, y la Asociación Tagaste de Diálogo y Pensamiento Crítico.
- En alguna ocasión le he oído decir que la educación por la paz y la cultura de los derechos humanos sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. ¿Qué papel debe jugar el sistema educativo en este ámbito?
- La escuela, además de enseñar matemáticas, inglés o historia, también debe ser un ámbito en el que se aprenda a convivir, a resolver pacíficamente los conflictos, a vivir en una sociedad plural donde haya personas de distintos orígenes y culturas, y ese aprendizaje pasa por una apuesta por la transmisión de valores más allá de cuestiones que tengan que ver con identidad religiosa o de otro tipo, por valores ciudadanos, cívicos, necesarios para poder convivir en democracia y en paz.
- Recientemente hemos vivido en las aulas un conflicto motivado por la prohibición de llevar velo en clase. ¿Cómo valora la actuación del sistema educativo en este terreno?
- El gran peligro de estas cuestiones es que muchas veces los debates se quedan en los síntomas y lo que hace falta es ir al problema de fondo. El velo en sí no es un problema grave sino lo que el velo pueda representar de machismo, de planteamientos que colocan a la mujer en una situación de indefensión o de subordinación. Pero también me parece que el sistema educativo tiene que apostar por procesos, no se puede conseguir que una persona que proviene de una sociedad especialmente machista, de un día para otro sea capaz de liberarse de esas imposiciones. El objetivo debería ser que estas chicas que van con velo a clase, o bien se lo lleguen a quitar, o bien lo lleven habiendo conseguido interiorizar una cultura hecha propia que les haga reconocer que ellas tienen los mismos derechos que sus compañeros varones y esto es lo sustancial, lo otro es lo accidental.
- Las nuevas tecnologías están actuando como plataforma de conductas violentas entre los jóvenes. Hablamos del denominado cyberbullying en las redes sociales, móviles... ¿Cuáles son las claves para reconducir estas actitudes?
- Más y mejor educación. Hay una sabiduría del ser humano que tiene que ver con los criterios, con la capacidad crítica y con el respeto al otro que hace falta cultivarla, y que no se cultiva, ni antes de las redes sociales, ni ahora por mucho acceder a la red. Esto exige dinámicas educativas, participativas y colaborativas, lo que ocurre es que la espectacularidad de las redes sociales a veces nos distrae y no nos deja volver a descubrir que por debajo existe esta necesidad.
- Ante esto, ¿no se hace necesario, hoy más que nunca, buscar fórmulas que acaben con el eterno divorcio entre ámbito familiar y educativo?
- Lo que pasa es que la estructura familiar ha cambiado, ambos padres trabajan en la mayor parte de las familias, y aunque es algo enormemente positivo, hay que compatibilizarlo con una educación a los hijos y entre esa educación está la interlocución y el contacto permanente y continuo con el centro escolar. En este sentido el mundo académico e incluso las autoridades académicas tienen que dar pasos importantes. No es razonable, por ejemplo, que el horario de la escuela pública sea una de las dificultades importantes que los padres tienen para interaccionar. Hay muchas cuestiones como ésta que deberían ser repensadas para que se facilite la colaboración entre el mundo de la familia y el de la escuela.
- Como portavoz de Gesto por la Paz, ¿cómo define el papel que ha jugado la coordinadora en la lucha antiterrorista?
- Cuando nació en los años 80, existía en el País Vasco una mayoría social muy importante que estaba absolutamente en contra de la violencia terrorista y sin embargo no era capaz de articular una palabra compartida y pública. Gesto por la Paz dotó de la infraestructura necesaria a la sociedad civil para que esa mayoría, hasta entonces silenciosa, se hiciera con la calle como espacio público y manifestara que no estaba de acuerdo con el terrorismo.
- ¿Cuáles son las líneas de actuación prioritarias?
- En este momento lo que más preocupa a la coordinadora Gesto por la Paz es hacer todas las actividades posibles para acabar de deslegitimar definitivamente la violencia en la sociedad vasca. Esto está conseguido para la inmensa mayoría, pero el grave problema de la sociedad vasca es que sigue quedando ahí un reducto que, dependiendo de como se estime puede ser el seis, ocho o diez por ciento de gente que no acaba de deslegitimar de forma definitiva y radical la violencia de ETA y de su entorno. Ahí es donde tenemos el reto más importante.
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