Actitudes previas para un diálogo con la cultura desde la fe

José Alonso Morales

Una de las tareas que en el aula Manuel Alemán queremos llevar adelante es precisamente el diálogo con la cultura desde nuestra condición de creyentes a todos los niveles: visiones de la realidad, teorías científicas concreciones artísticas, modos de vida…

Hemos trabajado muchas veces como llevar adelante este cometido. Aportamos algunas cosas notas que son fruto de nuestros diálogos y reflexiones. Ofrecemos trece puntos de referencia:

1.- La convicción de que la realidad es compleja. No existen conclusiones tajantes y claras ante cuestiones y problemas. Las causas de lo que acontece son múltiples y las soluciones también. Actitud de búsqueda común y de ensayo y error.

2.- Tener empatía con el mundo que nos ha tocado. Se oyen expresiones de rechazo y desprecio por elementos culturales de nuestra sociedad que difícilmente preparan un diálogo. Hay que aprender a vivir entre el trigo y la cizaña y discernir con elegancia.

3.- La verdad es una búsqueda común. Es una construcción colectiva. No decimos que no exista la verdad, lo que afirmamos es que ninguno la tiene totalmente estamos en búsqueda común. Es un puzzle que construimos entre todos.

4.- No hacer del diálogo fe cultura caja de resonancia de nuestras inseguridades personales. Cuando se ponen en entredicho verdades, o costumbres, las reacciones agresivas expresan inseguridad personal.

5.- Es necesario un lenguaje comprensible y no intraeclesial al mismo tiempo que comprender las expresiones que están en el contexto, tanto en palabras, como en gestos y símbolos.

6.- Interés por lo que está pasando más allá de las fronteras de nuestra iglesia. Oìr otros acontecimientos, con otras opiniones y enfoques. Romper prejuicios es una de las llamadas que hace Pablo VI en la Ecclesiam suam al hablar del diálogo.

7.- Tener claro lo que es fundamental en la fe y lo que es secundario, opiniones de sectores, o elementos cambiables.

8.- Tener un mínimo de criterio sobre la autonomía de lo temporal. Los campos propios de la fe y los campos propios de lo secular.

9.- La convicción de que las razones que valen para el creyente pueden no valer para los no creyentes. Saber lograr a un campo común de discusión y diálogo.

10.- Saber interpretar las aportaciones que vienen desde la tradición religiosa (en concreto la católica) y superar prejuicios.

11.- Más allá de la disidencia, postura de respeto. No escudarse en que la otra parte no respeta. No cultivar posturas agresivas y beligerantes en nombre de la defensa de la verdad y de la iglesia.

12.- Aprender a expresar con lenguaje laico valores y utopías evangélicas y poner en lenguaje religioso planteamientos y aportaciones laicas. Descubrir al Espíritu más allá de los ropajes en los que se presenta en todas las culturas, teorías y momentos.

13.- La práctica de la lectura creyente es necesaria para todo cristiano pero para los que se encarnan en el quehacer de la cultura se hace completamente imprescindible para no dividir el mundo entre buenos y malos.

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