El Caín de Saramago

por José Alonso

Me regalaron el libro Caín de Saramago antes de Navidades. Mi intención fue ponerlo por algún estante como agradecimiento al donante amigo. No pensaba leerlo. Estaba un poco harto de la propaganda y debate mediático que se montó. Esta semana se me ocurrió hojearlo y comenzar a leer. Me lo terminé en casi dos sentadas. La verdad que se me colaba sin darme cuenta y las narraciones se deslizaban por mi imaginación con auténtico placer.

Fui descubriendo que Caín era como un pretexto para recorrer el libro del Génesis y algunos otros relatos del Antiguo Testamento con creatividad siguiendo en todo una escrupulosa literalidad, mezclando elementos de la antigüedad y del momento actual que le da cierta viveza y simpatía. Ese estilo me gusta.

El libro me ha dado que pensar y me ha llevado a descubrir más allá de las páginas mensajes y sugerencias de todo tipo que el autor ha plasmado explicitamente o simplemente me ha suscitado.

El personaje se mueve por los relatos más allá del tiempo y del espacio. Tanto está en un lugar como en otro y casi sin darse cuenta se encuentra metido en aventuras inesperadas. Pero también juega con el tiempo combinando el pasado con el presente, el presente con el futuro, con lo que se escapa continuamente de las redes del ritmo temporal. Podríamos decir que en los relatos se burla de las categorías de tiempo y el espacio tan presentes en el pensamiento filosófico de occidente.

Se describe una confrontación entre la vida nómada y la sedentaria. Caín es el prototipo que se convierte en el nómada por excelencia. Se va encontrando con pueblos sedentarios donde la insidia, la riqueza la división de clases y el enfrentamiento es su pan cotidiano. No cabe duda que la novela opta por la prioridad y excelencia del nomadismo.

El tema de fondo y de gran fuerza: un dios que no acaba de entenderse con los humanos, caprichoso, juez implacable que vive al vaivén de sus sentimientos y sádico hasta con los niños y todos los que no siguen sus pautas. La teoría de Sartre acerca de Dios como absurdo en que no se puede conciliar un ser-en-si que al mismo tiempo sea un ser-para-si aparece en esta obra en hechos y actuaciones de ese Dios. Es libertad pero burlada por los humanos y al mismo tiempo un nudo de pasiones en múltiples sentidos. Los seres humanos que aspiran a ser dioses, les resulta imposible y fatigoso. De ahí que entre estas dos realidades Dios y los hombres sea imposible un entendimiento. Lo dice al final del capítulo ocho con las siguientes frases:

“La historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a él”

El que se enfrenta realmente al señor ( Dios) Caín y se le escapa por lugares e instantes que no controla. Se llega a la conclusión que ese señor no es Dios o que es sólo una ficción de unos relatos culturales que se hacen imposibles de fiarse de ellos.

Ante el absurdo que ha tomado la humanidad creada por el señor manda un diluvio para destruir la tierra y desde una selección de seres humanos de la familia de Noé quiere reiniciar una humanidad nueva. Con la construcción del arca espera conseguir unos seres humanos que reconstruyan sus planes en el mundo. Pero ahí su intento fracasa precisamente por obra y gracia de Caín que hace imposible toda reproducción humana. Ese enfrentamiento continuará permanentemente como la historia de la humanidad. Así termina la novela:

La respuesta de Dios no llegó a ser oída, también se perdió lo que dijo Caín, lo lógico es que hayan argumentado el uno contra el otro una vez y muchas más, aunque la única cosa que se sabe a ciencia cierta es que siguieron discutiendo y que discutiendo están todavía. La historia ha acabado no habrá nada más que contar”

Me imagino que Saramago, intelectual de relevancia y de amplia cultura conoce los descubrimientos científicos de la interpretación bíblica y las relecturas que desde esas claves se hacen. No será como el personaje que Javi Pita cuenta. Cuando fue a inscribirse en un curso en Alemania y dijo que había estudiado Teología, el director de aquella entidad, se extrañó y le dijo “mi mujer es católica pero yo no soy creyente. Eso de Adán y Eva no lo acabo de entender”( Puede leerse en el Blog “Comité de amigos del ISTIC” Mi querido Centro Teológico”).

Me imagino que lo que le interesa a Saramago, nuestro autor, es montar un relato con imaginación a partir de la literalidad de los textos sin interpretación científica y desde ahí ofrecer sus ideas.

Quiero terminar diciendo que no me veo reflejado como creyente en ese señor (Dios) que nos presenta Saramago en su obra. Mi fe y planteamientos se quedan intactos porque esos argumentos aparentemente agresivos no le hacen ni un solo arañazo. Es otra cosa.

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