"Un pobre llamó a la puerta de Rabí Shmelke. No había dinero en la casa y entonces el rabí le dio un anillo. Un momento después su mujer lo supo y lo abrumó con reproches por regalar una alhaja tan valiosa, con una piedra tan grande y preciosa, a un pordiosero desconocido. Rabí Shmelke mandó a llamar al pobre y le dijo: Acabo de saber que el anillo que te di es de gran valor. Ten cuidado de no venderlo por muy poco dinero".
(Martin Buber, Cuentos jasídicos II, Paidós, Buenos Aires, p. 32)
No hay comentarios:
Publicar un comentario